La sal fue uno de los productos más valiosos de la Antigüedad, con múltiples referencias a sus diversos usos y aplicaciones en las fuentes literarias de la época. Sin embargo, a pesar de su importancia, las evidencias arqueológicas de la producción de sal marina son bastante escasas. Solo unos pocos sitios conocidos a lo largo del Mediterráneo han conservado restos de antiguas salinae, las instalaciones dedicadas a la producción de sal.

En el Imperio Romano, la sal no solo era un elemento crucial para la preservación de alimentos, sino que también desempeñaba un papel central en la economía y la cultura. Era utilizada en ceremonias religiosas, prácticas médicas, e incluso como forma de moneda en algunos casos. A pesar de su ubiquidad en la vida romana, la arqueología de la producción de sal sigue siendo un campo relativamente inexplorado, especialmente cuando se trata de rastros físicos de las salinae.

Entre las regiones del Imperio, es el noroeste de la Península Ibérica, específicamente la antigua provincia romana de Gallaecia, la que ha proporcionado la mayor cantidad de evidencia directa sobre la producción de sal marina. Este sector del imperio ha sido objeto de numerosos estudios arqueológicos durante la última década, revelando un panorama fascinante de cómo se producía y distribuía la sal en tiempos romanos.

Los estudios arqueológicos en Gallaecia han sido reveladores. Mediante excavaciones y prospecciones en diversos sitios costeros, los investigadores han identificado numerosos indicios de antiguas salinae, yacimientos que no solo muestran cómo se extraía la sal del agua del mar, sino que también proporcionan información sobre las técnicas y herramientas empleadas en su producción.

Yacimientos de salinas mencionados en el estudio
Yacimientos de salinas mencionados en el estudio. Crédito: Brais X. Currás et al.

La investigación arqueológica ha permitido reconstruir lo que podríamos denominar como «paisajes salineros» romanos en la costa atlántica de Gallaecia, y se han descubierto áreas específicas donde se concentraba la producción de sal, que indican la existencia de un sistema organizado y extensivo de explotación de recursos salinos.

Las evidencias incluyen restos de estructuras como piscinas de evaporación y canales, que son fundamentales para el proceso de producción de sal, así como herramientas y utensilios relacionados con la recolección y almacenamiento de sal, y restos cerámicos que permiten datar estos asentamientos en el período imperial romano.

Gracias a los indicadores cronológicos obtenidos a través de métodos como el análisis de cerámicas y datación por radiocarbono, los arqueólogos han podido establecer que muchas de estas instalaciones estuvieron en operación durante el apogeo del Imperio Romano, particularmente en los siglos I a IV d.C.

La producción de sal en el Imperio Romano no solo era una actividad económica, sino también un proceso regulado por leyes y sistemas fiscales específicos. La legislación romana determinaba las formas de propiedad y la organización laboral de las salinas. Estas normativas garantizaban que la producción de sal se realizara de manera eficiente y que los impuestos correspondientes fueran recaudados de manera adecuada.

En Gallaecia, las salinas estaban bajo un estricto control estatal, lo que indica la importancia estratégica de la sal en la economía imperial. La administración romana establecía derechos y deberes específicos para los productores de sal, asegurando que el recurso fuera explotado de manera sostenible y lucrativa.

La existencia de una red de producción y comercio de sal en Gallaecia fomentó el desarrollo de comunidades costeras, promoviendo el intercambio comercial tanto a nivel local como en otras partes del Imperio. La exportación de sal y productos salados, como el pescado, proporcionaba a Gallaecia un papel significativo en la economía romana, convirtiéndola en un punto neurálgico de comercio marítimo.


FUENTES

Brais X. Currás Refojos, Antonio Rodríguez-Fernández, et al., The roman saltworks of the Atlantic coast of Gallaecia: Traces and evidence of a large sea salt production complex. Quaternary Science Reviews, Volume 339, 1 September 2024, 108832. doi.org/10.1016/j.quascirev.2024.108832


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