Un reciente estudio arqueológico revela cómo los marineros del Imperio Romano lograban alimentarse en medio del Mediterráneo, enfrentando largos y peligrosos viajes con ingeniosas técnicas de cocina a bordo.

En una fascinante investigación publicada en el Journal of Maritime Archaeology, el experto en historia marítima, Herman J. van Vliet, desvela los misterios de cómo los marineros romanos preparaban sus alimentos en plena navegación. La pregunta clave que plantea su trabajo es: ¿cómo lograban cocinar en alta mar y qué alimentos formaban parte de su dieta durante esas largas travesías?

Durante el apogeo del Imperio Romano, los barcos se convirtieron en el principal medio de transporte de mercancías y personas a lo largo del Mediterráneo. Sin embargo, los marineros se enfrentaban a un gran reto: mantenerse bien alimentados en travesías que podían durar días o incluso semanas. Según el estudio, la logística alimentaria en los barcos evolucionó junto con el comercio marítimo. A medida que las embarcaciones se hacían más grandes y complejas, también lo hacían las cocinas a bordo.

Uno de los descubrimientos más interesantes es que, a diferencia de lo que se podría imaginar, los romanos no dependían solo de alimentos fríos o preservados. Van Vliet señala que, a través de excavaciones arqueológicas en antiguos naufragios, se ha encontrado evidencia de cocinas rudimentarias en los barcos. Estas cocinas, equipadas con grandes calderos y estufas primitivas, permitían a los marineros preparar comidas calientes, un lujo necesario para soportar las duras condiciones de la vida en el mar.

Tres dromones, típicos barcos bizantinos, navegando a vela y remo, obra de Rafael Monleón
Tres dromones, típicos barcos bizantinos, navegando a vela y remo, obra de Rafael Monleón Crédito: Dominio público / Wikimedia Commons

El pan era uno de los alimentos básicos a bordo. Se trataba de pan de cebada, un alimento que podía conservarse durante largos periodos sin descomponerse. Sin embargo, los marineros romanos también recurrían a la pesca para complementar su dieta. Según Van Vliet, se han encontrado anzuelos y redes de plomo en varios naufragios, lo que indica que los marineros pescaban durante los viajes para asegurarse una fuente fresca de proteínas. Pero el mal tiempo complicaba esta actividad, y en días de tormenta se veían obligados a recurrir a sus provisiones de pescado seco o conservado.

Además del pan y el pescado, los cereales y las legumbres eran esenciales en la dieta de los navegantes. Estos ingredientes se utilizaban para hacer sopas y gachas, que proporcionaban una fuente rápida y fácil de calorías. Los restos de estos alimentos, como granos, olivas y frutos secos, han sido encontrados en varios naufragios y puertos romanos, confirmando que formaban parte de la dieta diaria a bordo.

Uno de los aspectos más interesantes del estudio es la descripción de cómo se cocinaba a bordo sin comprometer la seguridad del barco. Van Vliet describe el uso de braseros y estufas de carbón, que producían calor sin llamas abiertas, lo que ayudaba a reducir el riesgo de incendios en las embarcaciones de madera. Los arqueólogos han encontrado en naufragios romanos baldosas y azulejos que se usaban para proteger las áreas de cocina, una medida esencial para evitar accidentes.

El estudio también revela detalles sobre sistemas innovadores de cocción, como un brasero con un depósito de agua descubierto frente a la costa de Israel, que controlaba la temperatura para evitar que el plomo del brasero se derritiera, un tipo de innovaciones tecnológicas que muestra el ingenio de los romanos para adaptarse a las exigencias de la navegación de larga duración.

Recreación artística de un quinquerreme romano
Recreación artística de un quinquerreme romano. Crédito: James Bikie / Dominio público / Wikimedia Commons

El informe de Van Vliet subraya la importancia de una buena alimentación para la moral y la eficiencia de la tripulación. A pesar de que los pasajeros libres eran responsables de su propia comida, la alimentación de los esclavos y soldados a bordo era responsabilidad del Estado, lo que refleja la importancia de mantener a todos los ocupantes del barco bien alimentados para asegurar la supervivencia y el éxito de las misiones.

A medida que los barcos se volvían más grandes y las tripulaciones más numerosas, las tareas de cocina se especializaron y se asignaban a miembros específicos de la tripulación.

El estudio de Van Vliet arroja luz sobre el desarrollo de soluciones creativas para cocinar en el mar. Además de los braseros portátiles y los sistemas de protección contra incendios, los arqueólogos han descubierto restos de grandes calderos de cerámica que resistían el choque térmico, lo que permitía cocinar alimentos en medio de las duras condiciones marítimas.

Entre los naufragios más importantes mencionados en el estudio, destaca el del Yassi Ada, donde se encontraron baldosas, braseros y grandes ollas que habrían sido utilizadas para cocinar. Este tipo de hallazgos confirma que la cocina a bordo no solo era posible, sino que estaba extendida durante la época romana.

El artículo concluye que Lo que se cocinaba dependía de los hábitos de los marineros y de la disponibilidad regional de los productos. Había varias soluciones para recalentar los alimentos. Preparar pescado, gachas y sopas, traer pan de tierra firme y consumir alimentos en conserva podía garantizar que los marineros no murieran de hambre. Aun así, algunas fuentes hablan de ayunos involuntarios prolongados, que dejaban exhaustas a las tripulaciones. El sufrimiento del marinero romano era grande, pero sin la cocina a bordo habría sido mucho peor.


FUENTES

van Vliet, H.J. Preparing Food on Board in Roman Times. J Mari Arch (2024). doi.org/10.1007/s11457-024-09420-8


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