Basta echar un somero vistazo a cualquier obra de arte de la Antigua Grecia para hacerse una idea de la importancia casi religiosa que tenía el desnudo y, si interpretamos las imágenes tal cual, lo extendida que estaba su práctica en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Uno de éstos, seguramente el más conocido, es el deportivo; los atletas compitieron desnudos en los juegos desde el siglo VIII a.C., prescindiendo del pequeño perizoma (taparrabos) empleado hasta entonces. Y según las fuentes -no unánimes-, la iniciativa correspondió a un corredor de la ciudad de Mégara llamado Orsipo.

«El desnudo es una forma de arte inventada por los griegos en el siglo V a.C., al igual que la ópera fue inventada en Italia en el siglo XVII». El británico Kenneth McKenzie Klark, un profesor inglés que fue historiador del arte y director de la National Gallery, además de rector de la Universidad de York, dejó esta frase para la posteridad en su obra The nude. A study in ideal form, publicada en 1956. Es cierto que resulta tan simplista como inexacta, ya que desnudos los hay desde la prehistoria, pero sirve para resaltar el hecho de que los griegos convirtieron el desnudo artístico en toda una expresión iconográfica, casi un tema en sí mismo y estrechamente ligado a la belleza.

Desde que el arte heleno incorporó el desnudo en el siglo VIII a.C., al principio de forma muy limitada y después ya desatada, más o menos de forma paralela al desarrollo de su civilización, el desnudo se convirtió en un recurso estético que pasó a ser habirual y quedó inmortalizado en estatuas, relieves, pinturas, cerámica… Y siempre sometido a los cánones formales establecidos en cada período por algunos de los artistas más detacados, caso de Polignoto, Mirón, Praxíteles, Policleto o Fidias. Viendo sus obras -y las de otros- da la impresión de que los griegos prácticamente divinizaban el desnudo y eso da pie a plantear la duda de si en la vida real también era tan frecuente.

Juegos Olimpicos corredores vestidos
Ilustración de 1914 de Thomas Nelson que muestra a atletas de la época Arcaica corriendo aún con ropa Crédito: Walter Crane / Dominio público / Wikimedia Commons

La cotidianidad de la vida, las escenas de batalla o las representaciones de costumbres que reflejan tantas y tantas piezas, temáticamente alejadas de la literatura o la mitología, inducen a pensar que sí. Quizá el mejor ejemplo sea el de las actividades físicas, que se practicaban sin ropa hasta el punto de que quizá constituyan el modelo por excelencia. La pregunta es: ¿cuándo empezaron los atletas a competir desnudos? Y la respuesta, al menos la que dicta la tradición nos remite al año 720 a.C. con un nombre propio: Orsipo de Mégara. En su Descripción de Grecia, el geógrafo e historiador Pausanias deja una cita al respecto:

Orsipo, quien ganó una carrera en el estadio de Olimpia corriendo desnudo, cuando los atletas solían usar un taparrabos, está enterrado cerca de Coribus. Dicen que después Orsipo se convirtió en general y se apoderó de una zona del país vecino. Creo que dejó caer su faja a propósito porque sabía que un hombre desnudo corre más rápido que si está ceñido.

No tenemos mucha información sobre Orsipo. Sabemos que nació en el siglo VIII a.C. en Mégara, una ciudad situada en la periferia de la región del Ática, en la costa del golfo de Egina, ante la isla de Salamina. En aquella época, Mégara vivía una etapa de esplendor comercial y cultural (fue sede de una escuela filosófica fundada por Euclides y cuna del poeta lírico Teognis) que, con el tiempo, la llevó a rivalizar con Atenas y Corinto; empezó a decaer tras la Guerra del Peloponeso, algo paradójico puesto que se alineó con la vencedora, Esparta. San Jerónimo recoge un célebre refrán sobre los habitantes de aquella ciudad: «Construyen como si fueran a vivir siempre; viven como si fueran a morir mañana».

Los orígenes de Mégara se remontaban al Neolítico, aunque la urbe propiamente dicha seguramente fue fundada por los dorios, que en diversas oleadas desplazaron a poblaciones más antiguas de jonios y beocios. Los megareos no tardaron en entrar en conflicto con sus vecinos, corintios y atenienses, disputándose con los primeros los territorios froterizos y con los segundos la isla de Salamina (Mégara se convirtió en una potencia naval que, por ejemplo, durante las Guerras Médicas, aportaría veinte trirremes al bando griego en la batalla de Salamina y tropas de tierra en la de Platea).

Plano de la antigua Olimpia
Plano de Olimpia. El número 10 es el stadio y el 15 el templo de Zeus, meta de la carrera pedestre Crédito: Dominio público / Wikimedia Commons

Se puede deducir, pues, que un lugar tan pujante también sobresaliera en el ámbito deportivo y, de hecho, Mégara tuvo grandes campeones en el stadion o carrera pedestre, que era la prueba más prestigiosa hasta el punto de que a su ganador se le consideraba vencedor absoluto de los Juegos Olímpicos (que por entonces sólo duraban cinco días). Uno de ellos fue Menos, que se impuso en la XIX edición (704 a.C.); otro, Kratino, que lo hizo en la XXXII (652 a.C.) a la vez que su hermano Kromaio ganaba en pugilato; un tercero, Demócrito, ganó tras un largo período de sequía en la CLII edición (172 a.C.).

Según cuenta Ateneo de Náucratis en su Banquete de los eruditos, otro de los grandes megareos en ese sentido fue Herodoro, un músico que entre los años 328 a.C. y 292 a.C. ganó diez veces aunque en una prueba distinta y curiosa, el campeonato de kerykes (cérices, heraldos) y salpinktai (una especie de tubas). Los kerykes se encargaban de anunciar ritualmente las competiciones y en la XCVI edición de los Juegos Olímpicos (396 a.C.) vieron cómo su especialidad pasaba a añadirse a la lista de pruebas, otorgando los jueces la victoria al que demostraba mejor enunciación al hablar y potencia soplando el salpinx.

Tomando como fuente a Amaranto el Alejandrino, el mencionado Ateneo cuenta que Herodoro medía tres codos y medio, equivalente a un metro sesenta, pero que comía grandes cantidades de pan, carne y vino, lo que le otorgaba una fuerza extaordinaria y una capacidad pulmonar que le permitía tocar dos instrumentos a la vez. A Herodoro lo reseñamos porque también tuvo ocasión de aplicar esas dotes en la guerra: en el 303 a.C. participó en el asedio de Argos por Demetrio I, animando a los soldados con sus toques musicales. En esa polivalencia se parecía al predecesor megareo del que estamos hablando, Orsipo.

Orsipo de Megara Juegos Olímpicos Salpinx
Pintura en un lekitois que representa a un hoplita tocando el salpinx. Crédito: Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons

Y es que Orsipo, como vimos que reseñaba Pausanias, fue general en las citadas guerras que Mégara libró contra los corintios. Ahora bien, no fue ésa la razón que le ha hecho pasar a la Historia sino el haber ganado una carrera en los Juegos Olímpicos corriendo completamente desnudo. Concretamente en la XV edición, celebrada en el año 720 a.C. y en la prueba llamada del stadion, que tenía lugar, obviamente, en el estadio olímpico. Era la prueba más prestigiosa, consistente en correr una distancia de aproximadamente 183 metros (equivalente a 600 veces la medida del pie de Heracles).

La carrera empezaba con un toque de trompetas para indicar a los espectadores que guardasen silencio, ya que los heraldos comenzaban a decir los nombres de los atletas, los de sus padres y sus respectivas ciudades natales. Un juez se encargaba de dar la salida siguiendo una fórmula parecida a la actual: primero ordenaba alinearse «πόδα παρὰ πόδα», es decir, «pie con pie» (la afesis o línea de salida no se empezó a pintar -con cal- hasta el siglo V), luego exclamaba «¡ἔτοιμοι!» («¡Listos!») y finalmente empezaba la prueba a la voz de «¡ἅπιτε!» («¡Ya!»). En Olimpia, era un recorrido recto desde el estadio hasta el templo de Zeus, donde se situaba la terma (meta).

Como decíamos, Orsipo lo ganó en el 720 a.C. y lo hizo corriendo desnudo. Algunas fuentes, como Dionisio de Halicarnaso (historiador y retórico griego del siglo I a.C.) en su obra Antigüedades romanas, Sexto Julio Africano (historiador y apologista helenista, considerado padre de la cronología cristiana) en su Chronographia, o el mismo Pausanias, dicen que en realidad no fue el primero, que le precedió Acanto de Esparta, un atleta que obtuvo dos triunfos: uno en el diaulo (un doble recorrido equivalente a 384.54 metros) y otro en el dólico (carrera a pie de longitud variable; podía ser de siete, doce o veinticuatro estadios)

Olimpia, Juegos Olímpicos, vista aérea
Vista aérea del stadion de Olimpia. Crédito: dronepicr / Wikimedia Commons

Se basan para ello en Tucídides, quien en su Historia de la Guerra del Peloponeso asegura que los lacedemonios fueron los primeros en correr sin ropa en los juegos, si bien no cita expresamente a Acanto, quien de todos modos no se habría desnudado voluntariamente sino que perdió su taparrabos en plena carrera (y, entorpecido por ello, la perdió). Por eso Orsipo parece haberse quedado con ese honor. Lo curioso es que no se sabe por qué él sí decidió prescindir del perizoma usual. Es posible que también le cayera por accidente durante la carrera o que se despojara de él deliberadamente.

¿La causa? Quizá se sintió más cómodo sin ropa, ya fuera por la libertad de movimientos, ya por el calor. Respecto a esto último, hay que explicar que los Juegos Olímpicos se celebraban en los meses denominados de Apolonio y Parthebio, coincidentes con julio y agosto, que en Grecia pueden alcanzar temperaturas tórridas. Filóstrato de Atenas cuenta muy expresivamente que todo estaba «supeditado a los rayos hirientes de Helios», mientras que Luciano de Samósata describe las «calurosas apreturas de la plebe hacinada» al acceder al estadio de Olimpia.

Sea como fuere Orsipo recibió su corona de olivo, premio que había empezado a otorgarse a partir del 752 a.C. (un muchacho cuyos padres aún vivieran era quien se encargaba de cortar, de un olivo conocido como Kalistéfanos y con un cuchillo de oro, tantos brotes como atletas ganadores hubiera) y sirvió de ejemplo para que, en lo sucesivo, todos los atletas compitieran desnudos.


FUENTES

Pausanias, Descripción de Grecia

Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma

Ateneo de Náucratis, Banquete de los eruditos

Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso

Miguel Ángel Delgado Noguera, Los Juegos Olímpicos ayer y hoy. 1971-72

Kenneth McKenzie Klark, The nude. A study in ideal form

Stephen G. Miller, Ancient Greek athletics

Wikipedia, Orsipo


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